Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

lunes, 30 de abril de 2012

Yankee Hotel Foxtrot


-“Ahí está ese Yankee Hotel Foxtrot.... tan difícil de oír la primera vez pero que no te abandonará jamás.”
(Tirso Malatesta)




Dos mil doce, eh? Este año se está conmemorando lo inconmemorable en cuanto a efemérides musicales: 40 años del Harvest, del primero de Paul Simon en solitario, del Exile On Main St., del debut de Big Star, de “All the Young Dudes”… quizás los más sonados aniversarios sean los del Transformer de Lou Reed y el Ziggy Stardust de David Bowie. Podríamos seguir: 20 años del Automatic for the People… esto sería un no parar, pero me sorprende que entre todas estas pseudonoticias no le hayan dado mucho bombo al décimo aniversario de un disco fundamental.

El lunes pasado (hace una semana justo) hizo 10 años de la publicación de Yankee Hotel Foxtrot de Wilco; disco de –digámoslo- country alternativo que marcó un punto de inflexión en la carrera del grupo por muchas razones, además de haberse convertido con el tiempo en uno de los 4 ó 5 más importantes de la década de los 2000: lo pongo junto al Kid A (2000) o el In Rainbows (2007) de Radiohead, el This Is It (2001) de The Strokes, el primero de Arctic Monkeys (2006) y pare usted de contar. Tengo que decir que el único al que le he “escuchado” reivindicar este álbum en la blogosfera o las redes sociales ha sido el buen Malatesta, fan impenitente de Wilco (estoy contigo en que ver en directo a Nels Cline te cambia la vida… pero eso es adelantarse en el tiempo).


En 2002 Wilco (todavía sin Nels Cline) tenían un disco acabado desde hacía meses que su compañía Reprise no quería editar. El grupo compró los masters y los derechos o lo que sea y por fin editó el disco en Nonesuch el 23 de abril, y bueno… la historia es de sobra sabida, y si no ahí tenéis la Wikipedia. El afamado multiinstrumentista Jay Bennett dejó el grupo tras la grabación, tales fueron las tensiones internas que el proceso creativo de Yankee Hotel Foxtrot conllevó para la banda de la zona de Chicago. Jeff Tweedy (el crack de Wilco, el cantante y compositor) también se peleó con el batería Ken Coomer y este fue reemplazado por Glen Kotche.

Todas estas tensiones y malos rollos se ven perfectamente en el documental I Am Trying to Break Your Heart (2002) de Sam Jones, y a propósito de esta película debo confesaros algo. Con Wilco profeso un poco la fe del converso, me pasaba como con otros grupos que ahora son imprescindibles en mi vida (p. ej. Guns N’ Roses o The Band), que me gustaban pero no acababa de cogerles el punto sin reparos que hacía que otra gente los idolatrara. En el verano de 2002 me fui a vivir a Carolina del Norte, y allí mi amigo Jon me habló de I Am Trying to Break Your Heart, de la grabación del disco, y la verdad es que yo no le hice demasiado caso, porque la faceta country de Wilco siempre me ha parecido más difícil de digerir que la pop-rock y, al predominar aquella, me costaba aceptarlos.


No entendí lo que mi amigo quería decirme con tanta vehemencia y entusiasmo hasta que un año después consentí que me grabara el Yankee Hotel Foxtrot y empecé a escucharlo poco a poco. Yo seguía prefiriendo otros discos de Wilco, como el Summerteeth (1998) o el Being There (1996), más accesibles o acaso a mí me lo parecían. En su momento no llegué a comprender que estaba in the company of greatness, que Yankee Hotel Foxtrot era un monumento de la década, acaso el disco por el que el grupo estaba destinado a pasar a la historia. Y coincido con Malatesta en que no es un disco fácil de oír las primeras veces, pero no porque sea tan experimental como el Kid A o marque un cambio de rumbo estilístico brutal con lo anterior de Wilco, sino más bien porque pudiera engañar por su aparente simpleza y pecar de anodino ante los oídos no sensibles.

A día de hoy, me es imposible ver sin emocionarme el comienzo del DVD Ashes of American Flags (2009), que se abre con la canción homónima, del Yankee Hotel Foxtrot, interpretada en directo. Puede que hace diez años no supiera apreciar la grandeza de lo que se nos venía encima, pero en 2012 estoy orgulloso de recomendaros este disco. Digo esto porque hoy he tenido una conversación con amigos acerca del esnobismo y la impostura en la música, gente que pretende ser más cool que tú a toda costa, y yo la verdad es que no tengo problema en reconocer que aunque conocía a Wilco desde el principio, no me entusiasmaban y tardé en cogerles el punto. Ahora me pirran y celebro con vosotros este décimo aniversario. Y no vas a decir nada más del disco, Porerror? De la música y sus canciones?


No puedo ni debo decir nada más, señora: corra usted a escuchar Yankee Hotel Foxtrot y -con un poco de suerte- lo comprenderá.

2 comentarios:

tirso malatesta dijo...

¡Gracias por las referencias! Yo también los conocí tarde pero creo que hay veces que esto es incluso una ventaja porque descubres la música al margen de modas o imposiciones de márketing. El paso del tiempo pone a cada uno en su sitio y YHF no hace más que crecer. Mi revelación con Wilco fue en directo y creo que tuve mucha suerte de que pasara así. I am trying to break your heart es una de las canciones más conmovedoras de los últimos años: this is not a joke so please stop smiling... GRANDES.

Jordi Santamaria dijo...

Si no yerro en mi apreciación topográfica, esos edificios de la portada, valga a modo de curiosidad, son las torres "mazorcas" sitas en Chicago.

Póngame a los pies de su señora.

 
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